Ella rompió algo más que mi corazón, destrozó mis sueños, mi mundo, mi vida. Cecilia parecía ser la mujer perfecta para mí, tenía pensado pasar el resto de mi vida con ella, nada me hacía sentir inseguro de lo que ambos sentíamos.
Tomé el teléfono y marqué a su casa, ella me respondió totalmente seria y con voz plana; me pidió hablar con ella en ese momento, pero cara a cara. Salí a verla, sin pensar nada extraño, solo que aquella, sería una conversación más entre nosotros.
Toque su puerta y ella abrió, me pidió que me sentara, fue cuando entendí que tenía algo serio que decirme. Ella me tomo del rostro, me dio un beso; escuche uno ruidos provenientes de su habitación, de pronto salió una muchacha, a la que solo cubría una diminuta toalla. Miré fijamente a Ceci, como yo le decía, mientras ella titubeaba me lo confesó, le gustaban las chicas y que yo era simplemente una pantalla para que su familia no la molestara ni le hiciera algún problema.
Salí del recinto, totalmente quebrado, intentando no llorar, pero a los pocos pasos eso fue imposible; tomé el camino más largo de regreso a casa. Durante toda la noche giré sin rumbo alguno por la ciudad, no sé porque lugares pasé, solo me di cuenta que volví al lugar de donde salí corriendo; ya había llegado la mañana del nuevo día.
Me paré frente a la puerta de la casa, recordé que en ese mismo lugar nos dimos nuestro primer beso, una lágrima recorrió mi rostro; nuevamente salí corriendo, pero esta vez no regresaría.
Retorné a mi habitación, me encerré durante horas, pensando, solo podía pensar en lo que sucedió, tomé la navaja que usaba para tallar trozos de madera, junté mi muñeca con su filudo borde; ya tenía muchos problemas en mi cabeza, los estudios que me estaban destrozando el alma, mi sentimiento de culpa por no ser como quería ser ni decir lo que de verdad quería para mi vida; ahora le sumaría lo de Cecilia.
Pensé muchas veces durante varios meses en tomar la navaja que utilizaba para tallar trozos de madera, deslizarla una y otra vez por mis muñecas; durante todo este tiempo no me duché, no me afeité y casi no hablaba casi nada, parecía un muerto en vida.
Una noche, estaba chateando, me fijé que un viejo amigo estaba en línea, quise hablar con él pero me equivoqué de dirección y le hablé a alguien más, una chica que no recuerdo desde hace cuanto ni como conocí, sentí que algo diferente estaba por comenzar. Hablaba con ella casi diario y por varias horas, me sentí feliz por primera vez luego de mucho tiempo, volví a ser yo gracias a esa mujer, sentí cosas que no jamás había experimentado.
Ya pasaron dos años desde que todo esto sucedió, todo está muy bien, los problemas van y vienen pero los llevo lo mejor que puedo; todo gracias a la suerte y quizá al destino, que hizo que de una aparente equivocación, pudiera vivir un año peligrosamente junto a una de las personas que más querré hasta el final de mis días.